La vida cristiana no puede quedar en el mundo de las ideas, hay que llevarla al terreno de lo práctico, de lo contrario se empequeñece y deja de tener sentido.
Nadie puede decir “yo no valgo”. Unos tendrán más cualidades que otros, pero todos podemos hacer alguna cosa. Quizás podemos pensar que lo que hacemos no va a ningún lado, pero no hay que olvidar que, si dejamos actuar a Dios y nos dejamos llevar por Él, todo es posible. Solo hace falta ponerse en camino.