Vivir la fe es mantener una relación constante con Dios, un diálogo de tú a tú que nos permite experimentar su amor y poder llevarlo a los demás.

Dios es tan grande que no lo podemos abarcar, pero sí que podemos sentir su presencia, ver cómo nos ayuda en cada momento, experimentar su consuelo en las dificultades, pedirle ayuda en los momentos difíciles, y sabernos salvados por la esperanza que nos da.

Hay muchas formas de orar, de mantener esa relación viva con Dios. Hemos de descubrir cual nos sirve mejor en cada momento y dedicarle el tiempo necesario, para que vorágine del día a día no nos aparte de Él.