¡Por fin, llegó el día tan esperado! 🎉
La Ultreya Diocesana se celebró en el Patronat Sagrat Cor de Cocentaina. El encuentro comenzó con un momento especial de la mano de Juanjo, quien nos deleitó con un vídeo introductorio al nuevo curso, protagonizado por los integrantes del último cursillo llevado a cabo antes de verano y mostrándonos las 7 «reglas» del gallo como son:
- Levantarse temprano y emprender la tarea,
- no negarse a cantar por otros,
- seguir cantando sin esperar agradecimiento,
- despertar a los que duermen,
- anunciar buenas noticias,
- cumplir fielmente la tarea y
- nunca quejarse.
Un fiel reflejo de lo que debe ser un cursillista con el que Jesús cuenta.🐔
Tras ello, el Señor nos regaló esta vez el testimonio de cuatro hermanos cursillistas como son:
– Pili de Alcoy, la más mayor que hizo el cursillo nº 139, fruto de la invitación de sus hijos, funda la alegría en su corazón para compartir la fe.
– Ángel, muestra de ejemplo de la Providencia y la búsqueda incansable del Señor por cada uno de nosotros que limpia y transforma, hizo el cursillo nº 164.
– Gabriela, la más joven, tras corretear sus años infantiles entre bastidores del MCC, hizo el cursillo nº 163 y comparte cómo éste le ha sorprendido y cautivado.
– Paco, ¿Qué podemos decir de él?, es el más veterano del movimiento, su cursillo fue el nº 8, allá por los años 80 del siglo pasado, 😳 descubre el Dios que te quiere salvar y queda enamorado de Él. Se convierte en su referente que le enseña cómo vivir lo verdaderamente importante como es la familia y la oración por los demás.
Tras estos testimonios de fe, cursillistas de distintas generaciones, desde José Vicente del cursillo nº 81 hasta Nuria, Marcos y Gema del último cursillo nº 165… compartieron lo que el Espíritu Santo ha dictado en sus corazones a pesar de las flaquezas personales y cruces particulares como es que con Jesús a tu lado, todo se puede superar y llevar una vida de colores 🌈.
Finalmente, compartimos la eucaristía con las hermanas clarisas en el Convent i Santuari de la Mare de Déu del Miracle de la localidad y la cena en un ambiente de fraternidad entre todos los asistentes.
¡De colores!
